Cálido sabor frente a la madrugada,
yace entera la pasión perpretada a conciencia
y la pasta de mi boca, el desierto,
ensucia las cordilleras de esta cama.
Ahora es cuando renazco y muero
ahora, observando mi bella desfachatez buscada,
puedo huir y alejarme de mi cara
sin querer oir el color que he generado.
Parto, ancho por las reglas del sudor que nos atan,
pero con los mismos pies cortados,
la misma ceniza en la mirada,
el dibujo exacto de mi pérdida.
lunes, 13 de abril de 2009
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